jueves, 4 de marzo de 2010

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La inestabilidad de Eva me enferma. Encarna tele novelas aún sabiendo que su imposible futuro la llevaría a la ruina de inmediato. Es náufraga de sarcasmos sin fundamento y condenada a la debilidad emocional por cuenta propia. A diferencia de su sexo opuesto, planea inmensidades en base a la pelea con su orgullo complicando su historia aún más. Juega con su figura como si estuviera recreeando su autoretrato en tela varias veces pintada con anterioridad. Sonríe como ninguna simplemente con el hecho de ver crecer una flor y se desgarra de sufrimiento con lo menos doloroso, si es que existe, de otra forma, lo inventaría. Después de cada tormenta, sale el sol. Mientras más fuerte caigan las gotas, más esperado y puro sería el alivio solar. Ella está dispuesta a llover demás, por el hecho de disfrutar como nadie el calor posterior de felicidad o esperar con ansiedad y convicción la muerte del 2012, supuesto fin del mundo, para encontrarse aún más viva.

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