martes, 6 de abril de 2010

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Suelo liberarme de emociones encerradas en ráfagas estelares, que no permiten las posibilidades del plan, su tiempo y espacio. Bajan tus ojos profundos como el espacio mismo de mi noche, inquietos como los pajaros una mañana. Al igual que el mar, son grandes poseedores de transmiciones únicas sin palabras o de palabras únicas.El alimento de un líbido indiscutible que por noches notan tu ausencia y los teléfonos que ya cansados de esperar resurrecciones de tu voz no esperan mas que el destino o la cruza de dos caminos que lamentan la impaciencia del enriedo.

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